Hace siglos, los incas establecieron un sistema de terrazas para desafiar las abruptas pendientes de los Andes y ganar terreno para la agricultura. Estas construcciones a base de escalones, que se trabajaban en lugares emblemáticos como el Machu Picchu, recibieron el nombre de andenes. Se construían en las laderas y en lo alto de las montañas para poder sembrar. Ayudaban a evitar la erosión de los suelos y permitían aprovechar el agua tanto de la lluvia como del riego a través de canales que se comunicaban en sus distintos niveles. Los andenes se adaptaban así al paisaje natural y servían para aclimatar productos a la altura. Peldaño a peldaño, poco a poco, pero con paso firme. Era un sistema fruto de la observación, la paciencia y de mirada larga. Así funciona el largo plazo cuando hablamos de inversión. Se trata de pensar no en el hoy ni en mañana, sino en el futuro. Leer más