El pasado sábado 11 de junio tuvo lugar la 15K Nocturna Banco Mediolanum, la cuarta edición de una carrera muy especial para muchos amantes del running. Un año más, se batió el récord de participación, con un total de 11.200 inscritos, procedentes de varias provincias de España. Por eso, en esta ocasión hemos querido contarte cómo se vive esta maravillosa experiencia desde dentro.
Las Atarazanas, punto de encuentro del corredor
La ilusión se palpa desde el día anterior. Valencia recibe al corredor en un lugar muy especial: las Reales Atarazanas. Bajo las vigas de un edificio lleno de historia, uno comienza a contagiarse de energía al saber que va a participar en un evento muy grande y recoge su bolsa de corredor con una sonrisa en los labios, disfrutando a la vez de todo lo que ofrece la Feria del Deporte.
“Un año más, se batió el récord de participación, con un total de 11.200 inscritos”
Allí encontramos muchas empresas colaboradoras en la carrera, las cuales trabajan para lograr una organización perfecta. Hay muchos Family Bankers presentes, dispuestos a ofrecer una calurosa bienvenida a todos aquellos que buscan información y desean conocer de primera mano por qué el running está relacionado con la nueva forma de hacer banca de Banco Mediolanum.
Los nervios de salida
Los nervios comienzan desde que uno se coloca el dorsal en su camiseta. Y van creciendo cuando llega a los cajones de inicio según los tiempos y ve ya colocadas las grandes estructuras de salida y meta. Inundándolo todo, desde lejos se divisa una marea azul deseosa por recorrer las calles valencianas bajo la luna. ¡La animación es total! Hay participantes de todas clases, unidos por las mismas ganas de correr en una ciudad maravillosa. Mientras el speaker da las últimas indicaciones, los participantes calientan unos minutos en sus posiciones.
Un aplauso masivo antes de comenzar hace que se viva intensamente ese ambiente tan especial que se produce cuando quedan pocos segundos para empezar una gran carrera. Muchos corredores ya están concentrados. Otros se dan ánimos y saludan con efusividad a todos los amigos que participan junto a ellos. Cuando tus pies cruzan la línea de salida y empiezas a correr a las diez de la noche, los aplausos de los valencianos te dan los primeros ánimos para afrontar el reto de superar los 15 kilómetros que quedan por delante.
Los primeros cinco kilómetros
Después del subidón del inicio, el grueso del grupo de corredores que comenzó a tu lado se va dispersando. Cada uno va encontrando su ritmo de carrera y su sitio. Es el momento de elaborar una estrategia, escuchando al cuerpo y calculando las energías y el ritmo que se necesitarán en los kilómetros más duros: los cinco últimos. Se trata de un tramo que transcurre por lugares muy emblemáticos y se disfruta mucho, sobre todo si eres un participante de fuera. Las Torres de Serrano, la Catedral y la Puerta del Mar son puntos de animación que devuelven la alegría a quienes ya sufren los estragos del calor y la humedad. Muchas parejas, niños y abuelos animan en cada curva y aplauden para transmitir su fuerza a todos los corredores.
Kilómetros del cinco al diez
Aquí la cosa se pone seria. Uno ha alcanzado su velocidad “de crucero”, pero aparecen los primeros síntomas de cansancio muscular y mental. Gracias al avituallamiento de carrera, se recupera la hidratación necesaria para refrescar el cuerpo, que ya está fatigado. La cabeza también es traicionera: cada kilómetro se hace más lejano y pesado y uno se pregunta dónde comenzará el siguiente… Sin embargo, el hecho de seguir abriéndote paso por una Valencia iluminada en la noche hace que todo valga la pena. Y como banda sonora, una gran batucada. Cuando las fuerzas fallan, nada como la sonrisa de unos niños, que esperan ansiosos tu llegada a una curva, para recuperar el optimismo. Porque si ellos están ahí, esperando pacientemente a que todos los corredores pasen para chocar con ellos sus manitas, tú puedes seguir dando zancadas hasta el final. Y lo haces.
Últimos cinco kilómetros
Tras pasar el Puente del Reino se llega a un tramo decisivo: el que recorre la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los músculos de las piernas están bastante cargados, y las rodillas y tobillos se resienten al subir los últimos desniveles del Puente de Monteolivete, hasta desfilar por la recta final. Pero sabes que queda poco.
“A pocos metros de terminar la carrera dejas fluir la adrenalina, que se dispara al levantar los brazos y cruzar la meta”Se agradece la brisa del mar cuando te echas por encima el último botellín de agua para bajar el calor corporal. Los voluntarios, pendientes en todo momento, se vuelcan contigo, aplaudiendo y transmitiéndote las energías suficientes que necesitas para terminar la carrera. Las últimas palabras y aplausos de ánimo de los valencianos que te ven enfilar la Avenida Juan Verdeguer son esenciales para estar preparado y controlar los nervios que se experimentan al divisar la meta. Es momento de dominar el corazón, de tranquilizar las pulsaciones y dosificar las energías que quedan para recorrer el kilómetro decisivo sin realizar un sobreesfuerzo físico. La voz del speaker vuelve a oírse cerca. El público aplaude y grita a quienes ya llegan al final. A pocos metros de terminar la carrera dejas fluir la adrenalina, que se dispara al levantar los brazos y cruzar la meta. ¡Lo has conseguido!
Cuando has vivido una experiencia así, el siguiente pensamiento que se te pasa por la cabeza es: “¿Mejoraré mi tiempo el año que viene?”.