Ahora que los vientos de la economía parecen volverse en nuestra contra por culpa de una probable recesión, hay que recordar que ya antes nos hemos recuperado con vigor de crisis muy profundas.
El 15 de septiembre de 2008 se produjo el colosal hundimiento del banco de inversión americano Lehman Brothers, con un pasivo de más de 600.000 millones de dólares. Lehman se convirtió, en los meses y años siguientes, en la encarnación de los excesos del boom económico anterior, basado en dos burbujas (de inmuebles y de activos) y en sofisticadísimos productos financieros, que, muchas veces, nadie entendía del todo. El castigo que le infligió la Reserva Federal a Lehman, al dejarlo derrumbarse sin arrojarle un salvavidas, alimentó el pánico en los mercados y erosionó la credibilidad de los bancos.
Qué hizo Mediolanum tras la quiebra de Lehman Brothers
Ante este panorama y como siempre hemos hecho, en Mediolanum pusimos al cliente en el centro y tomamos la mejor decisión posible, sin precedentes en el sector. Decidimos salvar a miles de inversores de los efectos de la caída de Lehman Brothers demostrando, una vez más, que nuestro ADN y nuestra forma de hacer las cosas y entender la banca son distintos. Y lo demostramos a través de los hechos.
Motu proprio y de forma inmediata tras la caída de Lehman, los socios mayoritarios del grupo, con la familia Doris a la cabeza, evitaron que miles de clientes de Mediolanum perdieran hasta 200 millones de euros en productos que incluían bonos de Lehman Brothers como subyacente lanzando una operación que incluyó poner 120 millones de euros de su bolsillo. Lo que se hizo fue sustituir los bonos de Lehman por otros que permitiesen a esos clientes recuperar la inversión realizada.
Desde luego, la onda expansiva de la última gran crisis fue mucho más allá de los bancos, destruyendo a su paso decenas de millones de puestos de trabajo en todo el mundo y convirtiéndose en un fuerte golpe para la clase media. La renta per cápita global se precipitó más de un 6% en 2009 y casi un 7% en 2015, algo insólito si tenemos en cuenta que nunca había caído más del 3% en un solo ejercicio desde los años sesenta.
La crisis de Lehman Brothers provocó unas cifras duras y dolorosas, pero nadie se dio por vencido. Y eso es lo que explica que recuperásemos, entre todos, la renta per cápita mundial de 2008 tan solo dos años después. Además, esa misma renta per cápita pasó de 9.000 dólares en 2009 a casi 12.300 dólares en 2021, un salto ciertamente de gigante que nadie hubiera previsto cuando nos golpeaba la recesión.
Evidentemente, somos mucho más ricos que entonces, y eso se ha traducido también en mejoras en los recursos que los Estados pueden dedicar a sanidad o educación. Si el paro mundial se había disparado hasta rebasar el 6% en 2009, menos de diez años después ya disfrutábamos de una cifra inferior a la de la fecha de la quiebra de Lehman Brothers.
Esta vez no es diferente
Ahora, se habla de crisis, de recesión, de estanflación… Sin embargo, una vez más, hemos de recordar que el mundo ha evolucionado y el ser humano se ha sobrepuesto siempre, también hace 14 años tras la caída de Lehman, a las situaciones de incertidumbre.
Aunque esta vez no es diferente, conviene evitar que los obstáculos nos cojan de improviso y amortiguar el golpe mucho mejor con una buena planificación financiera que nos permita avanzar hacia nuestros objetivos y ver el futuro de una forma racionalmente optimista.
Hoy, 14 años después, recordamos la toma de aquella decisión a favor de nuestros clientes como prueba de lo que somos y los valores y la filosofía que nos han guiado a lo largo de nuestra historia.
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